REVERSOYDERECHO CLUB DE LECTURA 2012

sábado, 26 de noviembre de 2011

10. EL AGUA, LA TIERRA, EL AIRE Y EL FUEGO

10. EL AGUA, LA TIERRA, EL AIRE Y EL FUEGO

10.1 Sobre el modelo de mundo

Una de las cosas que Sabato repitió a lo largo de su vida es que la ciencia no es la panacea para todo; no sirve para explicarlo todo. La ciencia no es una fórmula mágica para descubrir el funcionamiento del cosmos, pues cuando de la espiritualidad del hombre se trata, está desborda los márgenes de lo real y conocible por la ciencia, como en una ficción, un sueño o un mito. La ciencia es trascendental para la construcción de acueductos, puentes, elevar aviones, curar ciertas enfermedades, enviar hombres al espacio, entre otros aspectos. Pero, decía el maestro, a la hora de emprender la tarea de estudiar al ser humano hay que recurrir a otros caminos, un poco menos luminosos, plagados por caminos y habitantes de lo oscuro; caminos entre pantanos llenos de fieras, dudas y contradicciones. Todo, siguiendo el modelo que Foucault decía que utilizaba para sus investigaciones, a las que él calificaba de fragmentarias.

En igual medida, hay que desconfiar de todos aquellos postulados de verdad que disfrazan realidades y logran perpetrar sistemas injustos. Conceptos como desarrollo, progreso, alfabetización, educación universal, no son tampoco la panacea para la búsqueda de una sociedad justa. Además, estos conceptos han sido apropiados por discursos politiqueros para perpetrar sistemas injustos, tanto social como ecológicamente hablando.

Al ser humano y la sociedad hay que estudiarlos, también, a través del Arte como forma creadora y transmisora de conocimiento a niveles distintos al saber que busca, encuentra y promulga la ciencia. El ser humano y sus formas sociales, a través de la historia, han sido diversos y contradictorios, tornándose a veces mágica con el advenimiento de señores como Krisna, Buda y Cristo; o a veces cruel con el de tantos tiranos como Hitler y otros con menos popularidad histórico-mediática. Quién diría, por ejemplo, que uno de los pueblos más alfabetizados del mundo iba a producir el monstruo que le dio a Europa su lección histórica con dos guerras mundiales. ¡El pueblo de Marx, Einstein, Hegel, Bach, Plank… Hitler! Como si en el más pulcro salón del palacio de la realeza británica encontráramos un inodoro sucio e infectado por la podredumbre.

El hombre, desde sus albores, interpretó el mundo; le dio nombre a todo lo que pudo ver y detallar, como si por algún extraño motivo tuviera inscrito en sus genes la necesidad de comprender el cosmos, ya sea mediante mitos en el pasado no tan remoto como con elaboradas teorías filosóficas y matemáticas en el presente, que a la manera de ecuaciones, estan construidas perfectamente mediante la lógica de la razón material del mundo. Entre todas las explicaciones que ideó, hubo muchas en las que los elementos del entorno no eran sólo cosas, sino seres con distinta jerarquía a la humana en el equilibrio frágil del mundo.

Ese equilibrio del hombre y de su forma de vida con el entorno ecológico, hizo que la humanidad viviera a lo largo de millones de años sin alterar el planeta en absoluto. No fue sino hasta las revoluciones técnico-científicas producto de la ilustración, y las jurídico económicas derivadas de las revoluciones americana, francesa e inglesa y el advenimiento de nuevas formas comerciales, que el mundo desencadenó el desequilibrio. Las fábricas hicieron necesario la existencia de una sociedad que creciera al ritmo adecuado para que las máquinas funcionen y mantengan estables o crecientes los niveles de producción. Bajo este esquema elemental, podría haberse aventurado que el crecimiento del número de mercados era finito y ligado al límite de la producción de las fábricas. Lastimosamente las fábricas, como modelo de producción, se implementaron dentro del pensamiento como símbolo de progreso. Los países a imitar: los más alienados, los más robotizados, los más devastados ecológica y socialmente.

10.1 La desigualdad material del mundo

Uno de los textos más emblemático de la resistencia indígena mexicana, liderada por el siempre enigmático y controversial Subcomandante Marcos, habla sobre la desigualdad del mundo y el recuerdo mágico-mítico de un lugar distinto, en el que todos caben por igual.

Cuatro puntos pusieron los dioses para que el mundo se estuviera acostado. No porque cansado se estuviera, sino para que parejos caminaran los hombres y mujeres, para que todos cupieran, para que nadie encima de otro pusiera. Dos puntos pusieron los dioses para volar y estarse en tierra se pudiera. Un punto pusieron los primeros dioses para que los hombres y mujeres verdaderos se estuvieran caminando[1].

Ese sueño no es exclusivo de la lucha mexicana, sino de los millones de desposeídos del mundo, que apertrechados en bases sociales piramidales injustas, sostienen regímenes desiguales, en los que la opresión militar, política, ideológica, religiosa y mediática, aún promulga el desarrollo capitalista como solución a los problemas de iniquidad, siendo este la causa de la mayor parte de desgracias del mundo (desastre ecológico, humano, social).

Los falsos e hipócritas valores sobre los que las grandes potencias y las sociedades de naciones mantienen los sistemas de explotación económica, tanto de países “desarrollados” sobre los demás, como de las grandes corporaciones sobre miles de trabajadores que padecen la opresión, con salarios miserables y precarias condiciones de vida respecto de los modelos presentados como superiores.

Los habitantes de la América colonizada por los invasores ibéricos padecen, al igual que en muchos países esclavizados por los países europeos y su odioso eurocentrismo, la iniquidad del despojo de las tierra, arrebatadas a los habitantes originarios a partir de principios religiosos pasados por alto en pro del fortalecimiento económico y militar de la corona española, conseguido sobre los cadáveres de cientos de indios y negros, arrancados de su territorio por el comercio floreciente de personas para trabajar minas y haciendas.

Esas cadenas, que debieron romperse con el advenimiento del modelo que pregonaron franceses e ingleses, siguen vigentes en buena medida tras dos siglos de repúblicas cuyos horizontes siguen siendo los modelos desarrollistas europeo y norteamericano, cuya voracidad por recursos para mantener su statu quo, los convierte en los opresores de buena parte del mundo, enmascarados por discursos de libertad, democracia e igualdad no ponen en práctica ni coaccionan a sus despiadados empresarios para que lo hagan.

10.3 La absurda esperanza

En tiempos remotos, cuando los hombres se encontraban entre el fuego cruzado de los dioses y los titanes -la primera generación engendrada por Gea-, Prometeo decidió ponerse de lado de la humanidad a la que los dioses habían castigado con los sufrimientos. Con paciencia recogió cada uno de los males que aquejaban a los hombres y los encerró cuidadosamente en una caja, la que puso en lugar seguro, lejos de las manos de los dioses. Zeus, enemigo de Prometeo y de los hombres que eran sus aliados, hizo que el herrero Vulcano formara una mujer con barro, a la que introdujo al mundo para tener abrir la caja que construyera Prometeo. Cuando Pandora abrió la caja, todos los males que Prometeo encerrara se escaparon afectando a los hombres que, sin embargo, a pesar de los desastres desatados sobre ellos, continuaron viviendo aferrados a la engañosa y absurda esperanza, que el precavido Prometeo había encerrado también en la caja.

En este mundo donde la mayoría de los hombres padecen los desastres de sistemas económicos injustos, apoyados en aparatos ideológicos y militares sumamente poderosos, la esperanza de un cambio sigue siendo el faro que guía la resistencia a la opresión, derecho que naciera de la revolución francesa y que, por evidentes razones de tipo político-económico, goza de menor visibilidad que los otros nacidos a su influjo, como la libertad, la igualdad y la propiedad.

Esta resistencia a la opresión es fundamental para mantener viva a la engañosa esperanza y trabajar por un cambio en las mentalidades globales. En Colombia, por ejemplo, esta resistencia debe llevarse a cabo desde lo local, siendo partícipes de todas las acciones y decisiones que afecten a su comunidad, impulsados por la esperanza, la engañosa esperanza.

Si en algo este mundo signado por el individualismo y el valor de cambio puede contribuir en la búsqueda de un mundo más justo, es el acercamiento al límite de toda devastación y opresión posibles. Ya las economías europeas empiezan a decaer, al igual que Estado Unidos, restándoles sólo el dominio ideológico ya puesto en duda desde los comienzos mismos de su hegemonía, y el dominio militar que sigue siendo la espada que pende sobre las cabezas de todos, con más furia desde el momento mismo en que la historia del hombre se dividió en dos con la escisión del átomo de uranio y el comienza de la era nuclear, un poder tan devastador en manos de los hombres, tan indefensos ante sus propias estupideces.
 
10.4 La tierra, el agua, el fuego, el aire.

 Desde épocas muy remotas la humanidad comprendió que la naturaleza estaba plagada de seres vivos, que interactuaban entre ellos de diversas maneras, con distintos lenguajes, del alma, del cuerpo y la mente. El comportamiento de un ave pueden referirse a muchas cosas desde la perspectiva humana, y ya implicaban una forma de comunicación con otros seres [Ver película Los Pájaros de Hitchcock]; en el mismo sentido con los demás seres de la creación, desde los roedores hasta las piedras, que en nuestra región, aparecen revestidas de símbolos raros, empotradas como para indicar la presencia de seres anteriores a nosotros, igualmente inteligentes y capaces, pero vivientes de otra vida, tan distinta de esta como la nuestra de las generaciones futuras, que nos recordarán como consumidores de hamburguesas y cine caro-pero barato- realizado en Hollywood.

Los griegos ya sabían que este mundo estaba compuesto de elementos, esencias de las cosas, definidas a partir de sus referentes mentales: tierra, agua, aire, fuego, átomos. Para Tales de Mileto, el primero de los siete grandes sabios griegos, el universo físico, la physis, obedecía a un principio fundamental: el agua. Para las culturas andinas el principio fundamental del mundo es también el agua, tanto por marcar el origen como el final, como con el diluvio en el pensamiento judeo-cristiano. Qué decir de la ciencia, que ha descubierto que más del setenta por ciento de la superficie está cubierta de agua, al igual que nuestro organismo.

La tierra, gea la de anchos pechos, es el origen de todo, pues nació del caos y pario a Uranos, el cielo, su hijo y primer germen de lo masculino, pues poseyendo a su madre, se desencadenó la génesis de los titanes, dioses y hombres del mundo griego. La tierra, el sostén, fue siempre una divinidad para el hombre, pues ella era el espacio de lo físico donde se desenvolvía la existencia, tanto del grupo como del propio individuo, concepto impensable, sentido, confuso. A la tierra están asociados todos los dioses de la fertilidad, aquellos que generan alimentos, medicina, donde viven animales, plantas y espíritus.

El fuego, siguiendo la tradición griega, le fue dado al hombre por un regalo del titán Prometeo, quien rodó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres, para que así iniciaran su conquista de la noche, único Titán al que Zeus debe acatar, pues a todos menos a esta diosa pudo derrotar. A través del fuego los hombres se adentraron en profundas cavernas para buscar cosas impensables, energías, metales, tal vez gente antigua que vive en la profundidad de las cavernas. Aquellas escritura de los hombres de antaño en las cavernas nos acercan a uno de los prodigios del fuego, haciendo que el hombre contemple lo que estaba hundido en las sombras.

Para los egipcios Shou, el dios del aire, adquiere la importancia de ser el soporte del mundo conocido, pues su fuerza y su esencia les permiten existir a los hombres, ya que separa la tierra del cielo. Con Shou hay que tener cuidado, pues de él depende el orden de las cosas.

Cada pueblo da soporte a su realidad en diversos principios y lenguajes, hasta el científico, que aún busca la partícula que, a semejanza del punto, sea la mínima unidad posible e indivisible, de la cual se forman todos los elementos, desde perspectivas tan amplias como la mecánica cuántica. La física y la química representan estas búsquedas, y el lenguaje matemático es su expresión gráfica y simbólica de un tipo de civilización, que se ufanada en su saber científico, se hunde en las porquerías del consumo sin medida anclado a su saber como rémora cancerosa.

10.5 La génesis del problema agrario y ambiental

La relación campo-ciudad nunca había sido tan desastrosa como en los siglos herederos del pensamiento ilustrado europeo, que apoyado en la revolución científica, ideo máquinas para producir bienes y mercancías que era preciso consumir, para lo cual se fomentaron campañas de fecundidad fundada en el desarrollo, que a la postre llegó, pero produciendo millones de desechos. Esta época, que con razón Sabato llama grave, está signada, ante todo, por el fomento de un modo de vida basado en el consumo y tenencia de cosas, artefactos materiales por los que el ser humano debe trabajar en lo que le tocó.

América es la historia truncada que se convirtió en la epopeya de un continente dividido entre la potencia estadounidense y el resto del continente, sumido en los conflicto más inverosímiles que hicieron inviable las repúblicas como estados fuertes, a pesar de la disponibilidad de recursos que otros países no.

La historia no es algo lineal, que se cuente en una sucesión definible y precisa de acontecimientos fechados a la perfección, pues ello no es posible. La historia son una serie de historias complejas, entrelazadas por centenares de tramas que interconectan en acontecimientos inesperados y multiformes, que más adelante se muestran en su magnitud, como la historia del cabo alemán que llegara a ser el Tirano más popular entre los hijos bastardos de la humanidad.

En la historia del despojo colombiano intervienen una serie de acontecimientos que configuraron el estado actual de la situación, desde la invasión formalizada por Colón, pasando por la propiedad concedida por el Papa a los Reyes Ibéricos, a los regímenes coloniales y republicanos de la hacienda, hasta una pretendida modernización que terminó acrecentando el arribo de relaciones laborales injustas y la acumulación de tierras como algo sumamente rentable, más cuando se necesitaron grandes plantaciones en las tierras más fértiles y asequibles al centro político colombiano para asegurar lo que se dio en llamar la dieta nacional, que hoy se considera bajo la denominación de seguridad alimentaria. La necesidad de mano de obra, seguramente, también fue patrocinada por las mismas fuerzas que impusieron el comercio y la acumulación de tierras como soporte de un status y poder político de un país en construcción, sumiendo a los desposeídos en la ignorancia de su situación e inerme ante cualquier salida por la represión sistemática; desposeídos siempre dispuestos a soportar más y más golpes a la manera de Job probando su fe, la misma que en los pueblos andinos genera la fiesta, lugar en el espacio tiempo donde olvidar las injusticias del mundo.

La historia del despojo está atravesada de dinámicas viejas, de un viejo señorío de clase a uno de clase, posición económica (legal e ilegal) y militar, como ocurre en el conflicto militar de Colombia, signado por el narcotráfico, además, una lucha contra la libertad de decidir de las personas, si es que se las considera capaces de decidir en lo adecuado para sus vidas; narcotráfico que alimenta buena parte del comercio mundial, hipócritamente perseguido por quienes se benefician de sus redes.

Esta forma de habitar el planeta en la que la propiedad privada y el ánimo de lucro, junto a una moral hipócrita imperan, pisoteando vidas a través de regímenes injustos, como el nuestro, donde un reducido número de personas ostenta el poder económico y político, amparados en mentalidades liberales, cristianas y comerciales.

El problema agrario en Colombia es la historia de la continuo despojo de unos cuantos sobre los muchos, obligados a la colonización y a dinámicas de ciudad que los transforma en la cara amarga de una sociedad que prefiere silenciar el horror de su silencio detrás de aparatos luminosos que, a la manera de dictadores poderosos, moldean y manipulan formas de pensar, sentir y hacer el mundo.

 10.6 El derecho como instrumento de manipulación.

En la historia de la desigualdad humana, el derecho ha tenido un papel ambiguo, tanto por su carácter opresor como testigo histórico cómplice del despojo, formalmente o soterradamente gracias al papel sínico de los hombres que aplicaban las leyes, quienes ante las leyes de indias que pedían proteger a los nativos sobre explotados de América, aplicaban el concepto de se obedece pero no se cumple, que más tarde tomaría forma de lo que se conoce como excepción de inconstitucionalidad.
En este sentido, cabe preguntarnos qué tipo de sociedad es esta en la que nos encontramos, sumidos en la 
ignominia de la injusticia más grande, abierta gracias a la conquista material que la ciencia dio del mundo a una minoría hipócrita y amoral, que sin embargo fue y es hábil para mantener su poder.

BONUS



[1] Sub. MARCOS. La historia de los Sueños.

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