Creer que la crisis del planeta se solucionará haciendo caso omiso a los llamados de atención de miles de expertos alrededor del mundo es ridículo. Si seguimos en este ritmo de crecimiento demográfico y de bienes y servicios, demasiado pronto lamentaremos las consecuencias.
Nuestra particular forma de habitar el planeta es responsable del mundo que tenemos. Asumamos las consecuencias de nuestro fracaso, aprendamos y busquemos soluciones posibles.